“Pido la paz y la
palabra” (Blas de Otero)
¿NACIONALISMO
DE IZQUIERDAS?
Hace varios años una alumna de 4º de ESO -no recuerdo el
tema que tratábamos, pero carece de importancia- me preguntó: “¿Una persona de
izquierdas puede ser nacionalista?” Yo no le respondí, sino que le propuse que
reflexionase, aprovechando lo que habíamos estudiado, sobre el significado de
las palabras nacionalismo, socialismo y democracia. Al día siguiente la alumna
planteó el resultado de su reflexión, se discutió en clase y, de manera
tajante, los alumnos llegaron a la conclusión teórica de que una persona de
izquierdas, entendiendo como tal un socialista, nunca puede ser nacionalista ni
defensor de posturas que pudieran atisbarse como tales.
Viene esta anécdota a colación porque, en medio de los posicionamientos defendidos en torno a los
asuntos que se viven en Cataluña, parece que no siempre han aparecido claros ciertos
aspectos por parte de los partidos de izquierdas. Únicamente algunos políticos,
muy pocos, han afirmado con rotundidad que el socialismo supone
internacionalismo, opuesto a todo nacionalismo, se llame o se apellide como
sea.
La ideología nacionalista, proveniente del romanticismo,
fue asumida por la burguesía en el siglo XIX con la sola finalidad de hacer frente
a un socialismo emergente y preservar sus privilegios. Hay que tener en cuenta
que la burguesía liberal tiene como objetivo la defensa egoísta de sus
intereses. Podría afirmarse, por ende, que la burguesía liberal no tiene
patria, su patria es el dinero, y busca implantar, a través del nacionalismo,
un sistema de protección de su propio interés frente a un proletariado cada vez
más oprimido.
El socialismo, la izquierda, es internacionalista, lo que
implica ruptura de barreras, murallas y fronteras; significa apostar con fuerza
por la solidaridad, en especial con la clase obrera.
Desde esta perspectiva, únicamente desde el rechazo del
nacionalismo separatista, disgregador e insolidario puede reivindicarse una
democracia auténtica en la que las desigualdades y la exclusión no sean una
constante asumida con delicadeza y engaño viles; y no se conviertan en algo
aceptado con resignación por los trabajadores, haciéndoles sentir, con falsas
afirmaciones, que son pueblo soberano, cuando la soberanía sigue ejerciéndola
el poder del dinero en manos de la burguesía.
Y esto se entronca con la finalidad pedagógica que han de
tener los movimientos sociales, los partidos y los sindicatos. La izquierda
debe ser transmisora para la ciudadanía de los auténticos valores del
socialismo y ello conlleva el rechazo del nacionalismo en pos de una educación
internacionalista.
Por todo ello, como Blas de Otero, me atrevo a pedir la
paz y la palabra. Pido a los partidos y movimientos de izquierda que defiendan
el internacionalismo obrero, el anticapitalismo, con energía y paz, sin
tacticismos políticos ni complejos o condescendencia con el nacionalismo. Esto
exigirá el repudio de las barreras nacionalistas. Que nadie apoye un
nacionalismo caduco y burgués en nombre del socialismo, del anarquismo o del
anticapitalismo. Que no nos engañen: quienes defiendan el nacionalismo o se lancen
a una aventura nacionalista, aunque afirmen lo contrario, forman parte de la
burguesía liberal o concuerdan con los posicionamientos liberales.
Me considero de izquierdas. Mi ideología se ha ido
forjando desde la “compleja” combinación de las filosofías y los humanismos cristianos, marxistas e incluso anarquistas. A muchos les parecerá una extraña combinación y, por
ende, una imbecilidad. Cada cual es libre de pensar lo que quiera. Lo cierto es
que por lo afirmado anteriormente, no soy nacionalista, de ninguna tendencia -¿quizás
deba añadir “con perdón”?-.
Miguel
Ángel Núñez Beltrán