lunes, 30 de octubre de 2017

“Pido la paz y la palabra” (Blas de Otero)

¿NACIONALISMO DE IZQUIERDAS?
            Hace varios años una alumna de 4º de ESO -no recuerdo el tema que tratábamos, pero carece de importancia- me preguntó: “¿Una persona de izquierdas puede ser nacionalista?” Yo no le respondí, sino que le propuse que reflexionase, aprovechando lo que habíamos estudiado, sobre el significado de las palabras nacionalismo, socialismo y democracia. Al día siguiente la alumna planteó el resultado de su reflexión, se discutió en clase y, de manera tajante, los alumnos llegaron a la conclusión teórica de que una persona de izquierdas, entendiendo como tal un socialista, nunca puede ser nacionalista ni defensor de posturas que pudieran atisbarse como tales.
            Viene esta anécdota a colación porque, en medio de los  posicionamientos defendidos en torno a los asuntos que se viven en Cataluña, parece que no siempre han aparecido claros ciertos aspectos por parte de los partidos de izquierdas. Únicamente algunos políticos, muy pocos, han afirmado con rotundidad que el socialismo supone internacionalismo, opuesto a todo nacionalismo, se llame o se apellide como sea.
            La ideología nacionalista, proveniente del romanticismo, fue asumida por la burguesía en el siglo XIX con la sola finalidad de hacer frente a un socialismo emergente y preservar sus privilegios. Hay que tener en cuenta que la burguesía liberal tiene como objetivo la defensa egoísta de sus intereses. Podría afirmarse, por ende, que la burguesía liberal no tiene patria, su patria es el dinero, y busca implantar, a través del nacionalismo, un sistema de protección de su propio interés frente a un proletariado cada vez más oprimido.
            El socialismo, la izquierda, es internacionalista, lo que implica ruptura de barreras, murallas y fronteras; significa apostar con fuerza por la solidaridad, en especial con la clase obrera.
            Desde esta perspectiva, únicamente desde el rechazo del nacionalismo separatista, disgregador e insolidario puede reivindicarse una democracia auténtica en la que las desigualdades y la exclusión no sean una constante asumida con delicadeza y engaño viles; y no se conviertan en algo aceptado con resignación por los trabajadores, haciéndoles sentir, con falsas afirmaciones, que son pueblo soberano, cuando la soberanía sigue ejerciéndola el poder del dinero en manos de la burguesía.
            Y esto se entronca con la finalidad pedagógica que han de tener los movimientos sociales, los partidos y los sindicatos. La izquierda debe ser transmisora para la ciudadanía de los auténticos valores del socialismo y ello conlleva el rechazo del nacionalismo en pos de una educación internacionalista.
            Por todo ello, como Blas de Otero, me atrevo a pedir la paz y la palabra. Pido a los partidos y movimientos de izquierda que defiendan el internacionalismo obrero, el anticapitalismo, con energía y paz, sin tacticismos políticos ni complejos o condescendencia con el nacionalismo. Esto exigirá el repudio de las barreras nacionalistas. Que nadie apoye un nacionalismo caduco y burgués en nombre del socialismo, del anarquismo o del anticapitalismo. Que no nos engañen: quienes defiendan el nacionalismo o se lancen a una aventura nacionalista, aunque afirmen lo contrario, forman parte de la burguesía liberal o concuerdan con los posicionamientos liberales.
            Me considero de izquierdas. Mi ideología se ha ido forjando desde la “compleja” combinación de las filosofías y los humanismos cristianos, marxistas e incluso anarquistas. A muchos les parecerá una extraña combinación y, por ende, una imbecilidad. Cada cual es libre de pensar lo que quiera. Lo cierto es que por lo afirmado anteriormente, no soy nacionalista, de ninguna tendencia -¿quizás deba añadir “con perdón”?-.

Miguel Ángel Núñez Beltrán

2 comentarios:

  1. Miguel Angel, me parece muy bien lo que dices. Es una aclaración importante pàra entender mejor lo que está pasando en Cataluña. Un abrazo. Teo

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    1. Es una sencilla reflexión, pero lo he creído oportuno hacer.

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